Una vez quedó elegida la ubicación del pozo y se construyeron
las infraestructuras necesarias para poner en marcha la producción del hielo
(PARTE I) sólo quedaba iniciar los trabajos de la elaboración de los bloques de
hielo.
En primer lugar, para poder poner en marcha todo el proceso
de producción, era preciso contar con la inestimable ayuda del cielo. La fabricación
de hielo no podía iniciarse si primero las condiciones atmosféricas no
proporcionaban una abundante nevada que dejara emblanquecido el paisaje del
viejo pueblo de la Mussara. No bastaba con una pequeña nevada de unos pocos centímetros,
para poder iniciar el proceso de elaboración de hielo era necesario que la
nevada fuera bastante copiosa y de suficientes centímetros de nieve, acompañada
por unos cuantos días de gélido frio.
Llegado el momento en el que el paisaje del viejo pueblo,
hoy abandonado, quedaba cubierto de nieve se daba el ‘pistoletazo de salida’
para emprender los trabajos de la obtención del hielo. En un primer momento,
tras la abundante nevada, hacía falta reclutar a cuadrillas de trabajadores que
proporcionaran la mano de obra precisa para los trabajos de recolección de
nieve y hielo. El negocio del hielo, al fin y al cabo, es como cualquier otro trabajo
relacionado con el campo. Durante todo
el año las labores necesarias para su conservación pueden ser realizadas por unas
pocas personas encargadas del pozo. Pongamos el ejemplo de los olivos, durante
el año las labores de cuidados y acondicionamiento del terreno del olivar es
realizado por un grupo pequeño de personas, pero a la hora de recoger el fruto
del olivar se requiere una gran cantidad de individuos. Con el negocio del
hielo pasaba lo mismo, gran parte del tiempo no era menester contar con un gran
grupo de personas para las tareas de conservación y extracción, pero cuando
llegaba el momento del año en el que se iniciaba el proceso de recogida y
manufacturación, el trabajo que había que
desarrollar, era de tal magnitud que se necesitaba un mayor número de personas para poder realizarlo de una forma
rápida y efectiva. Es en este punto cuando entraban en juego los habitantes del
de la Mussara, los encargados del pozo se beneficiaban de la mano de obra que
les proporcionaban los oriundos del pueblo, y los habitantes de la Mussara se
beneficiaban de los sueldos que ganaban como jornaleros los días de trabajo en
el pozo.
Cuando ya se contaba con un grupo de personas se empezaba a
organizar el trabajo. Primero había que salir hacia las explanadas y cenagales próximos
al pozo para proceder a la recogida de la nieve y el hielo. Y digo nieve y hielo porque tanto la nieve
virgen caída del cielo como el hielo formado por el agua de los pequeños
cenagales, que quedaba congelada por las bajas temperaturas, eran validas para
el objetivo final del negocio.
En los pequeños cenagales formados por el agua de las
lluvias de los días precedentes a la bajada de temperaturas y nevadas, se
formaban directamente grandes masas de hielo que se podía recoger directamente,
siempre y cuando el grosor de este fuera adecuado. Se procedía a
cortar el agua congelada de los charcos en bloques y estos eran transportados
al pozo.
Otro método para la producción de boques de hielo era la
recogida de nieve, que sin duda era de mayor cantidad. La nieve era aglomerada
en grandes cantidades y transportada al pozo, allí empezaba un proceso de manufactura
para transfórmala en hielo. La nieve era compactada, una de las formas que podía
ser utilizadas era meter la nieve en moldes con la forma de los bloques que se
deseaba obtener e ir pisándola, o aplastándola, para prensarla y compactarla
hasta obtener una masa de nieve compacta y de gran dureza. De esta forma, al
desmoldarla, se conseguía tener un bloque de nieve petrificada que con el
propio frío del pozo cada vez quedaba más solidificada.
Cuando ya tenían los bloques preparados quedaba la labor de
trasladarlos al interior del pozo. Una de las formas más rápidas y efectivas
era que los trajineros los fueran introduciendo en la parte inferior del pozo a
través de un túnel subterráneo para ir apilándolos ordenadamente. Para poder
trabajar mejor con los bloques a la hora de extraerlos meses después, y evitar
que los mismos bloques de hielo quedaran unidos entre sí por el efecto de las
bajas temperaturas, las unidades de hielo se apartaban con paja o cualquier
tipo de forraje vegetal que les proporcionaba una separación y un aislamiento de
esta forma se iba llenando el pozo de bloques de hielo.
Las labores de recogida, elaboración y almacenamiento del
hielo duraban unos cuantos días hasta que la nieve empezaba a derretirse o
sencillamente el pozo quedaba completo. Pero si una primera nevada no era
suficiente para la llenada del pozo el proceso podía repetirse tantas veces
como días fríos y de nevadas proporcionara el caprichoso cielo de la Mussara.
Una vez acaba el periodo de nevadas y recogida ya sólo
quedaba esperar a que los clientes reclamaran la presencia del producto en los
pueblos y ciudades de alrededor. En este punto del proceso es donde entra en
juego las relaciones comerciales de la familia propietaria del pozo. Los dueños
del negocio contaban con una cartera de clientes con los que habían firmado
acuerdos comerciales en los que se comprometían a proveerles de hielo procedente
de sus diferentes pozos a lo largo de la montaña en las fechas acordadas a
cambio, por supuesto, de una cantidad de dinero según la cantidad de hielo
ofrecida y la distancia de transporte.
Cuando se aproximaba la fecha de una de las entregas
acordadas que tenían que salir del pozo de la Mussara llegaba el último punto
de la fase de la ‘industria’ del hielo. Los encargados del pozo eran los
destinados para realizar los trabajos de extracción. Un hombre, o quizá varios,
se introducía en el pozo, si este estaba bastante lleno lo harían bajando por
la obertura de la cúpula superior y si por el contrario el espacio lo permitía
lo harían por el túnel subterráneo que va hacia la parte inferior. Una vez
dentro del pozo se encargaban de enganchar mediante cuerdas (o meter en algún
tipo de cesta o caja) los bloques de hielo a una especie de roldana sujeta a un
conjunto de vigas en la parte superior del pozo, desde la obertura de la cúpula
otro trabajador (o quizá dos) subía el hielo tirando de una cuerda y lo extraía
del pozo, y por último era cargado en animales de transporte (burros o mulas) para
su posterior desplazamiento a la zona acordada (teniendo en cuenta la
descripción de varios documentos, como los de Pascual Madoz o Ramón Amigó, en
los que se describe que los caminos vecinales de la Mussara eran de pésimas
condiciones se descarta que al menos el transporte hasta un pueblo mejor
conectado se hiciera en carro, ya que no podían transitar por aquellos
caminos).
Por lo tanto, si el
encargo era importante, el pozo necesitaría otra vez la mano de obra de los
habitantes de la Mussara para poder formar varias cuadrillas de transporte que
permitieran desplazar una mayor cantidad de hielo. De nuevo el negocio del
hielo proporcionaba algún jornal a los habitantes de la Mussara. El hielo podía
ser transportado directamente a la zona del comprador final si la distancia no
era excesiva, o podía ser trasladado a algún sitio acondicionado, que la
familia dueña del pozo tuviera en las faldas de la montaña, donde iban a parar
todos los cargamentos de hielo de los diferentes pozos de los que eran dueños a
lo largo de las montañas de Prades y se
distribuía, ya, en carros hasta el lugar final de entrega.
Es así como se puede
decir que la Mussara, pese a ser un pequeño pueblo ‘olvidado’ y mal comunicado
en lo alto de las montañas, fue uno de los pioneros en el sector ‘industrial’
de los siglos pasados (entiéndase industrial como la manufactura de una materia
primera para la obtención de un producto elaborado). El sector de la nieve
puedo estar funcionando hasta que a principios del S.XX las nuevas tecnologías
hicieron que ya no fuera necesario bajar los bloques de hielo a los pueblos y
ciudades de la provincia desde las montañas, de esta forma se puso punto y
final a una de las actividades económicas que se realizaban en la Mussara. Pero aquí no acaba el recorrido del pueblo del
como pequeño núcleo industrial de las montañas, los habitantes del viejo
municipio fundido con la naturaleza también eran expertos en la industria maderera,
siendo famosos en los pueblos y ciudades del Camp de Tarragona por su maña a la
hora de elaborar vigas, postes y toda clase de productos elaborados a partir de
la leña que obtenían de la montaña donde sobrevivían día a día, pero eso ya es
otro historia...
donde esta ese pozo? en La Mussara?
ResponderEliminarSí, sí, a unos 500 metros. Justo en el cruce en el que puedes desviarte para entrar en el pueblo de la Mussara o seguuir por la cerretra que va a la Febró. Lo dicho, a ver si un día quedamos y te muestro el lugar exacto! Nos vemos compañero! ;)
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