La Virgen del Patrocinio hoy en día se conserva en el Museo de Arte e Historia de
Reus. Pero en el pasado estuvo custodiando la antigua iglesia de la Mussara. Una imagen de la Virgen que, seguro, guarda muchas historias
a sus espaldas. Pero hoy os quiero hablar de la que, seguramente, fue la última 'hazaña'
que protagonizó en la Mussara.
En julio del año 1.936 estalló en España la tristemente
conocida como Guerra Civil. Durante las primeras semanas de guerra, la vida de
los pocos habitantes que todavía quedaban en la Mussara no se vio muy alterada en su rutina. Para ellos, eso de ‘la guerra’, era algo del mundo de ‘allí abajo’,
es decir, era un problema de las ciudades y de los pueblos que estaban en las
faldas de la montaña. Hasta allí arriba, por suerte, el conflicto no había
llegado, exceptuando alguna discusión política entre vecinos que no llegaba a
más.
Pero esto un día cambió. La tranquilidad de aquel pequeño
pueblo, que vivía aislado en las montañas, se vio perturbada por la llegada de un
comité de milicianos procedentes de la ciudad de Reus. Aquel
grupo de milicianos iban recorriendo las aldeas de la montaña para informarse
sobre si en aquellos pequeños pueblos había alguna persona considerada
sospechosa de colaborar con las fuerzas rebeldes.
Pero entre los pocos habitantes que todavía quedaban en la Mussara no hubo ninguna denuncia, ni tampoco
ninguna venganza personal como, tristemente,
sí pasó en muchos otros pueblos. Aprovechando la visita que habían hecho hasta la Mussara, los
milicianos, decidieron hacer como en las ciudades y prender fuego a la iglesia. Una iglesia que para ellos representaba
el poder clerical, ese poder que había estado oprimiendo a la clase obrera. Así que entraron en el interior y procedieron a prenderle fuego
al pequeño y humilde templo del pueblo. ¿Y cómo se salvó la imagen de la Virgen
del Patrocinio de aquel incendio? Pues bien, aquí está la última gran historia de esta escultura.
Días antes de que el comité
de milicianos subiera hasta la Mussara, un habitante del pueblo: el Sr.
Salvador Caballé, en alguno de sus descensos a las ciudades del ‘Camp de Tarragona’,
se había percatado de lo que estaba sucediendo con las iglesias y los conventos de
la ciudad. Al regresar a la Mussara, y debido a que en aquella época el pueblo
no disponía de un párroco fijo que viviera allí (ya que para el culto y las
ceremonias se trasladaba un cura desde otro pueblo de la montaña), decidió poner
a salvo la imagen de la Virgen. Esperó
hasta que cayó la noche, y aprovechando el anonimato y el sigilo que la
oscuridad le brindaba, trasladó a la Virgen hasta la masía d’en Peiro, situada a unos cuantos kilómetros del núcleo de la Mussara. Allí, con la complicidad de su dueño, el
reusense Pere Rius (colaborador del médico y arqueólogo Sr. Salvador Vilaseca),
procedió a enterrarla bajo tierra para que permaneciera a salvo. Semanas después,
cuando las cosas se calmaron un poco, aprovecharon para bajar la imagen hasta
el pueblo de Vilaplana, y allí la volvieron a esconder en el patio de la llamada
casa de ‘Cal Cama’.
En abril de 1.939 al finalizar la Guerra Civil al Sr. Rius, muy
comprometido con la derrotada República, no le quedó más remedio que tener que
exiliarse fuera del país. Pero su mujer, que conocía toda la historia, decidió ponerse
en contacto con el Museo de Tarragona y les comunicó que estaba dispuesta a
hacerles llegar la imagen de la Virgen a
cambio de que las nuevas autoridades de la zona (muy comprometidas con la
iglesia y la religión) le facilitaran un documento donde quedara acreditado que su marido, el Sr. Rius, había ayudado de una forma muy
activa a salvar la imagen de la Virgen del Patrocinio de la Mussara. Con este documento, la Sra. Rius,pretendía que pudiera ser más fácil el regreso de su marido del forzado exilio.
Y así es como la Virgen del Patrocinio, la antigua virgen
que custodiaba la iglesia de la Mussara, consiguió salvarse del incendio de su
antiguo templo y llegar intacta hasta nuestros días. Por cierto, recientemente he averiguado otra versión de dicha historia pero eso... ya es otra historia.
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