La niebla de la Mussara, los antiguos habitantes de la
Mussara estaban más que acostumbrados a convivir con este fenómeno
meteorológico. Un fenómeno que, de la nada, hacía aparición en cualquier día
claro y soleado. Pero, a las personas no acostumbradas a la repentina niebla de
la Mussara les puede sorprender como un día claro y soleado se convierte en un
día gris y oscuro.
Muchos son los
relatos y testimonios que narran que la niebla de la Mussara tiene algo entre
mágico y siniestro. Investigando un poco por internet no es difícil encontrar
algunos de estos relatos o testimonios.
Narraciones fascinantes que atribuyen a la niebla un halo de
misterio paranormal. No son pocas las
personas que afirman haber experimentado extraños y misteriosos sucesos durante
la aparición de la niebla que envuelve a la Mussara. Hay quien afirma haber
escuchado extraños sonidos provenientes de las entrañas de la niebla. Desde
extraños gruñidos a desgarradores gritos de personas, pasando por todo tipo de
lamentos. Otras personas afirman haber
visto pasear a través de la niebla extrañas figuras fantasmagóricas, siluetas que
parecían desplazarse flotando por la densa niebla. A la visión de dichas
figuras fantasmagóricas se suman las visiones de extrañas esferas luminosas que
atraviesan a toda velocidad las ruinas del viejo pueblo abandonado.
Personas que afirman que mientras paseaban por entre la niebla, de repente, empezaban a sentir un enorme sentimiento de tristeza y ansiedad, y la imperiosa necesidad de salir de allí inmediatamente. Otros dicen haber experimentado la sensación como si por unas horas se hubieran trasladado a otro lugar, como si todo lo que les rodeaba: el estanque, la iglesia, las ruinas de las antiguas casas… hubieran cambiado de orden y estructura, como si se hubieran transportado a una Mussara de otra dimensión. Precisamente, muchos son los testimonios que narran que es como si la niebla transformará el espacio-tiempo de la Mussara.
Personas que afirman que mientras paseaban por entre la niebla, de repente, empezaban a sentir un enorme sentimiento de tristeza y ansiedad, y la imperiosa necesidad de salir de allí inmediatamente. Otros dicen haber experimentado la sensación como si por unas horas se hubieran trasladado a otro lugar, como si todo lo que les rodeaba: el estanque, la iglesia, las ruinas de las antiguas casas… hubieran cambiado de orden y estructura, como si se hubieran transportado a una Mussara de otra dimensión. Precisamente, muchos son los testimonios que narran que es como si la niebla transformará el espacio-tiempo de la Mussara.
Una niebla que los
soldados del antiguo campamento militar de Los Castillejos, situado a pocos
quilómetros del núcleo del pueblo, conocían como ‘La Josefina’. Ya que era
famosa por sus repentinas apariciones durante los días de verano.
Y, justamente, haciendo memoria sobre la niebla, sus
extrañas modificaciones del espacio-tiempo y el antiguo campamento militar de
los Castillejos, recuerdo que hace años, a finales de los 90, leí en alguna de
esas revistas que tratan sobre la parapsicología el testimonio de un señor que
había estado realizando las milicias universitarias en el antiguo campamento
militar.
A los Castillejos, durante los veranos de mediados de la
década de los 50 hasta mediados de la década de los 70 del pasado siglo,
acudían universitarios para cumplir con sus obligaciones militares. Algunos de
ellos, los pocos más afortunados y pudientes, llegaban al campamento con su
propio coche.
El testimonio de este
antiguo militar universitario relataba que uno de esos veranos, a finales de
los 60, durante uno de esos días que no tenía ninguna obligación en el
campamento hasta por la tarde, decidió recorrer los pocos kilómetros que
separaban el campamento del pueblo para visitarlo. Aquél antiguo cadete del
campamento de Los Castillejos recordaba que, cuando salió del campamento, era
una soleada mañana de verano. En pocos minutos recorrió los escasos kilómetros
de camino y aparcó su coche justo delante de la vieja, y ya abandonada, iglesia
del pueblo. Se bajó de su vehículo y procedió a dar un paseo por las
inmediaciones del pueblo, un paseo que tenía planeado que no se alargara más de
un par de horas como mucho.
Inició el recorrido por el núcleo de casas que rodean el
estanque de la Mussara y después enfiló sus pasos hacia ‘el Xalet de les Airasses’,
la parte más alta del pueblo y la que ofrece las mejores vistas de todo el ‘Camp
de Tarragona’. Estando allí arriba pudo observar como la vieja ‘Josefina’ había
decidido hacer acto de presencia y se aproximaba desde el interior de las
montañas hacia el pueblo. El hombre, antes de marcharse y regresar al
campamento, se dispuso a bajar hasta el otro núcleo de casas que tiene el
pueblo y que está un poco más alejado del estanque y la iglesia.
Caminando entre esas casas la niebla cayó definitivamente
sobre él y el pueblo. Una niebla, que los que la conocéis ya sabéis que, en
ocasiones, puede ser realmente espesa y no deja ni dos metros de visibilidad.
Fue en ese momento, caminando entre la espesa niebla que
daba una imagen totalmente fantasmagórica de lo poco que alcanzaba a ver su
campo de visión, cuando el improvisado excursionista comenzó a sentirse
extraño. Empezó a notar una sensación de como si alguien le observara y a
escuchar extraños sonidos que no tenían nada que ver con los que se escuchaban,
hasta hacía unos instantes, cuando aún la niebla no había hecho acto de
presencia. En ese instante se dio cuenta que se sentía un poco desorientado, no
tenía muy claro como recorrer los pocos centenares de metros que separaban su
localización de la del coche que había
dejado aparcado delante de la iglesia. Era como si le hubieran cambiado las
cosas de sitio, como si por momentos se hubiera transportado a un lugar totalmente
diferente al sitio en el que se encontraba hace unos minutos. Es señor, militar
acostumbrado a realizar maniobras nocturnas de orientación en esas mismas
montañas, atribuyó su desorientación a la poca visibilidad que le ofrecía la
niebla y, como pudo, consiguió volver a orientarse y caminar hasta llegar de
nuevo a su coche. Se subió, arrancó el
vehículo y, poco a poco, ya que la ‘Josefina’ era intensa y no dejaba ver
apenas la carretera, se dirigió de nuevo hasta el campamento.
Su sorpresa fue
mayúscula cuando al llegar al campamento, el tiempo transcurrido que él pensaba
que habían sido algo menos de un par de horas, se había convertido en un
espacio de tiempo de más de ocho horas.
Ocho horas que no sabía cómo justificar, ya que él estaba totalmente convencido
de que sólo habían pasado un par de horas.
Y es que, este es
otro de los famosos misterios y leyendas de la Mussara: la supuesta puerta a
otras dimensiones que dicen que hay situada en las inmediaciones del antiguo
pueblo abandonado. Pero eso… ya es otra historia. ;)
Gran relato. He encontrado este blog buscando pueblos misteriosos para poder visitar y veo que la mussara es uno de ellos. Sigue con este gran trabajo, un saludo.
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