Como muchos sabréis,
La Mussara está rodeada de multitud de misterios y leyendas...
Hoy os
traemos, de forma muy resumida, otra de esas extrañas historias que llegó a
nuestros oídos hace algunos años. En ella se narra que un día un aficionado a
la naturaleza decidió, como otras tantas veces, subir a dar un paseo por la
montaña. La ruta se le alargó más de la cuenta y, entre unas cosas y otras, la
noche le sobrevino cuando todavía le quedaban unos kilómetros para llegar al
lugar dónde había dejado aparcado el coche, en la explanada del viejo pueblo de
La Mussara.
Él era una
persona acostumbrada a caminar por la naturaleza tanto de día como de noche,
pero en aquella ocasión, no sabe si por propia sugestión o por algún otro
motivo, se sentía intranquilo. Una especie de miedo irracional se estaba
apoderando de su mente. Casi a punto de llegar a la explanada del viejo pueblo,
notó como unos arbustos se movían. Al enfocar con la linterna, pensando que se
trataría de algún conejo o zorro, lo que vio le dejó literalmente congelado, la
luz de la linterna dejaba ver a una especie de humanoide más o menos de su
misma estatura, completamente negro, que permanecía quieto observándole desde
la oscuridad. El aterrorizado excursionista sólo alcanzaba a balbucear palabras
sin sentido, completamente inmóvil por el miedo. Tras unos segundos que le
parecieron eternos esa especie de humanoide echó a correr en sentido contrario
al que se encontraba él y desapareció entre la oscuridad del bosque. El pobre hombre,
en cuanto sus piernas le respondieron, hizo lo mismo y salió corriendo en
dirección a su coche.
La leyenda también dice que ese pobre hombre jamás ha
vuelto a subir a La Mussara y ni tan siquiera quiere oír hablar del tema.