viernes, 3 de abril de 2015

El pozo de la nieve (Una ‘industria’ en la Mussara. Parte II).



Una vez quedó elegida la ubicación del pozo y se construyeron las infraestructuras necesarias para poner en marcha la producción del hielo (PARTE I) sólo quedaba iniciar los trabajos de la elaboración de los bloques de hielo.


En primer lugar, para poder poner en marcha todo el proceso de producción, era preciso contar con la inestimable ayuda del cielo. La fabricación de hielo no podía iniciarse si primero las condiciones atmosféricas no proporcionaban una abundante nevada que dejara emblanquecido el paisaje del viejo pueblo de la Mussara. No bastaba con una pequeña nevada de unos pocos centímetros, para poder iniciar el proceso de elaboración de hielo era necesario que la nevada fuera bastante copiosa y de suficientes centímetros de nieve, acompañada por unos cuantos días de gélido frio.



Llegado el momento en el que el paisaje del viejo pueblo, hoy abandonado, quedaba cubierto de nieve se daba el ‘pistoletazo de salida’ para emprender los trabajos de la obtención del hielo. En un primer momento, tras la abundante nevada, hacía falta reclutar a cuadrillas de trabajadores que proporcionaran la mano de obra precisa para los trabajos de recolección de nieve y hielo. El negocio del hielo, al fin y al cabo, es como cualquier otro trabajo relacionado con el campo.  Durante todo el año las labores necesarias para su conservación pueden ser realizadas por unas pocas personas encargadas del pozo. Pongamos el ejemplo de los olivos, durante el año las labores de cuidados y acondicionamiento del terreno del olivar es realizado por un grupo pequeño de personas, pero a la hora de recoger el fruto del olivar se requiere una gran cantidad de individuos. Con el negocio del hielo pasaba lo mismo, gran parte del tiempo no era menester contar con un gran grupo de personas para las tareas de conservación y extracción, pero cuando llegaba el momento del año en el que se iniciaba el proceso de recogida y manufacturación,  el trabajo que había que desarrollar, era de tal magnitud que se necesitaba un mayor número  de personas para poder realizarlo de una forma rápida y efectiva. Es en este punto cuando entraban en juego los habitantes del de la Mussara, los encargados del pozo se beneficiaban de la mano de obra que les proporcionaban los oriundos del pueblo, y los habitantes de la Mussara se beneficiaban de los sueldos que ganaban como jornaleros los días de trabajo en el pozo. 



Cuando ya se contaba con un grupo de personas se empezaba a organizar el trabajo. Primero había que salir hacia las explanadas y cenagales próximos al pozo para proceder a la recogida de la nieve y el hielo.  Y digo nieve y hielo porque tanto la nieve virgen caída del cielo como el hielo formado por el agua de los pequeños cenagales, que quedaba congelada por las bajas temperaturas, eran validas para el objetivo final del negocio.
En los pequeños cenagales formados por el agua de las lluvias de los días precedentes a la bajada de temperaturas y nevadas, se formaban directamente grandes masas de hielo que se podía recoger directamente, siempre y cuando el grosor de este fuera adecuado. Se procedía  a cortar el agua congelada de los charcos en bloques y estos eran transportados al pozo.

Otro método para la producción de boques de hielo era la recogida de nieve, que sin duda era de mayor cantidad. La nieve era aglomerada en grandes cantidades y transportada al pozo, allí empezaba un proceso de manufactura para transfórmala en hielo. La nieve era compactada, una de las formas que podía ser utilizadas era meter la nieve en moldes con la forma de los bloques que se deseaba obtener e ir pisándola, o aplastándola, para prensarla y compactarla hasta obtener una masa de nieve compacta y de gran dureza. De esta forma, al desmoldarla, se conseguía tener un bloque de nieve petrificada que con el propio frío del pozo cada vez quedaba más solidificada.



Cuando ya tenían los bloques preparados quedaba la labor de trasladarlos al interior del pozo. Una de las formas más rápidas y efectivas era que los trajineros los fueran introduciendo en la parte inferior del pozo a través de un túnel subterráneo para ir apilándolos ordenadamente. Para poder trabajar mejor con los bloques a la hora de extraerlos meses después, y evitar que los mismos bloques de hielo quedaran unidos entre sí por el efecto de las bajas temperaturas, las unidades de hielo se apartaban con paja o cualquier tipo de forraje vegetal que les proporcionaba una separación y un aislamiento de esta forma se iba llenando el pozo de bloques de hielo.


Las labores de recogida, elaboración y almacenamiento del hielo duraban unos cuantos días hasta que la nieve empezaba a derretirse o sencillamente el pozo quedaba completo. Pero si una primera nevada no era suficiente para la llenada del pozo el proceso podía repetirse tantas veces como días fríos y de nevadas proporcionara el caprichoso cielo de la Mussara.
Una vez acaba el periodo de nevadas y recogida ya sólo quedaba esperar a que los clientes reclamaran la presencia del producto en los pueblos y ciudades de alrededor. En este punto del proceso es donde entra en juego las relaciones comerciales de la familia propietaria del pozo. Los dueños del negocio contaban con una cartera de clientes con los que habían firmado acuerdos comerciales en los que se comprometían a proveerles de hielo procedente de sus diferentes pozos a lo largo de la montaña en las fechas acordadas a cambio, por supuesto, de una cantidad de dinero según la cantidad de hielo ofrecida y la distancia de transporte. 


Cuando se aproximaba la fecha de una de las entregas acordadas que tenían que salir del pozo de la Mussara llegaba el último punto de la fase de la ‘industria’ del hielo. Los encargados del pozo eran los destinados para realizar los trabajos de extracción. Un hombre, o quizá varios, se introducía en el pozo, si este estaba bastante lleno lo harían bajando por la obertura de la cúpula superior y si por el contrario el espacio lo permitía lo harían por el túnel subterráneo que va hacia la parte inferior. Una vez dentro del pozo se encargaban de enganchar mediante cuerdas (o meter en algún tipo de cesta o caja) los bloques de hielo a una especie de roldana sujeta a un conjunto de vigas en la parte superior del pozo, desde la obertura de la cúpula otro trabajador (o quizá dos) subía el hielo tirando de una cuerda y lo extraía del pozo, y por último era cargado en animales de transporte (burros o mulas) para su posterior desplazamiento a la zona acordada (teniendo en cuenta la descripción de varios documentos, como los de Pascual Madoz o Ramón Amigó, en los que se describe que los caminos vecinales de la Mussara eran de pésimas condiciones se descarta que al menos el transporte hasta un pueblo mejor conectado se hiciera en carro, ya que no podían transitar por aquellos caminos).


Por lo tanto, si el encargo era importante, el pozo necesitaría otra vez la mano de obra de los habitantes de la Mussara para poder formar varias cuadrillas de transporte que permitieran desplazar una mayor cantidad de hielo. De nuevo el negocio del hielo proporcionaba algún jornal a los habitantes de la Mussara. El hielo podía ser transportado directamente a la zona del comprador final si la distancia no era excesiva, o podía ser trasladado a algún sitio acondicionado, que la familia dueña del pozo tuviera en las faldas de la montaña, donde iban a parar todos los cargamentos de hielo de los diferentes pozos de los que eran dueños a lo largo de las montañas de Prades y  se distribuía, ya, en carros hasta el lugar final de entrega.


 Es así como se puede decir que la Mussara, pese a ser un pequeño pueblo ‘olvidado’ y mal comunicado en lo alto de las montañas, fue uno de los pioneros en el sector ‘industrial’ de los siglos pasados (entiéndase industrial como la manufactura de una materia primera para la obtención de un producto elaborado). El sector de la nieve puedo estar funcionando hasta que a principios del S.XX las nuevas tecnologías hicieron que ya no fuera necesario bajar los bloques de hielo a los pueblos y ciudades de la provincia desde las montañas, de esta forma se puso punto y final a una de las actividades económicas que se realizaban en la Mussara.  Pero aquí no acaba el recorrido del pueblo del como pequeño núcleo industrial de las montañas, los habitantes del viejo municipio fundido con la naturaleza también eran expertos en la industria maderera, siendo famosos en los pueblos y ciudades del Camp de Tarragona por su maña a la hora de elaborar vigas, postes y toda clase de productos elaborados a partir de la leña que obtenían de la montaña donde sobrevivían día a día, pero eso ya es otro historia...