Hoy en día el visitante que llega a la Mussara observa a su
alrededor un pueblo desolado, un lugar lleno de ruinas que ha sucumbido a los
efectos del tiempo y la naturaleza. Pero si se hace un pequeño esfuerzo
imaginativo, el excursionista, puede llegar a vislumbrar el pasado que ese
paraje oculta entre sus ruinas.
Desde sus orígenes, allá por el S. XII, hasta su total
abandono en el S. XX, la Mussara debió pasar por diferentes épocas de
esplendor y decadencia, pero hoy quiero
centrarme en la que, quizás, fue su última época dorada como municipio, el S.
XIX. Durante dicho siglo el término municipal contaba con un número
significativo de habitantes, siendo la media de población durante el S. XIX de
unos 247 habitantes (teniendo en
cuenta que también entran en el computo total los vecinos de todas las masias
diseminadas por el término municipal). En el siguiente gráfico se puede
visualizar de una forma detallada cual fue la evolución de la cantidad de
población durante ese periodo de tiempo.
Analizando de una manera superficial el gráfico y sin entrar
a analizar, al menos en la presente publicación del blog, los detalles de la evolución, se puede observar como el
número de habitantes da un salto significativo desde el año 1.830 al año 1.835,
aumentando la cantidad de vecinos en una cifra de 30 individuos. La población, desde entonces, se mantiene
estable durante aproximadamente unos diez-quince años hasta llegar al año 1.849,
cuando se observa una gran disminución del número de vecinos. De los 214
individuos censados el año 1.845 se pasa a una cifra de 145 oriundos contados en
el año 1.849, una disminución de 69 personas en cuatro años. Sin embargo, esta
merma en el número de habitantes del pueblo se ve otra vez modificada con una
espectacular subida de 178 habitantes en un tiempo de tan sólo ocho años. Si en
el año 1.849 el pueblo tenía a 145 personas censadas, el año 1.857 sorprende
ver como en el listado del padrón del municipio hay anotados 323
individuos. Resultaría interesante
profundizar en los posibles factores que llevaron a este baile de cifras entre
los años 1.845 y 1.847. Como posible hipótesis de estudio podría existir cierta
relación entre las dos primeras Guerras Carlistas (1833–1840 y 1846–1849) y los
movimientos de población que se produjeron en el municipio, ya que tanto en la
Mussara como en los pueblos de las montañas de la provincia de Tarragona hubo una
gran actividad de acciones durante estas guerras, incluida también la Tercera
Guerra Carlista (1872–1876), aunque en esta última no se observa una gran
variación de residentes en el término municipal. La relación entre los
conflictos bélicos de aquella época y el flujo migratorio producido en el
territorio es un tema que queda pendiente de análisis.
Pero sigamos analizando más aspectos de cómo un lugar, que
hoy en día es un conjunto de encantadoras ruinas y naturaleza, hace años
albergó un núcleo de población que daba vida a esa zona de la montaña que a día
de hoy parece increíble que, antaño, pudiese estar habitada. Para ello me ha
parecido muy ilustrativo mostrar como, en su día, describía el político Pascual
Madoz (1.806 –1.870) este municipio en su gran obra ‘Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar’
publicada entre los años 1.846 y 1.850.
<<MUSARA: Lugar
con ayuntamiento en la provincia y
diócesis de Tarragona (5 leguas.), partido judicial de Reus (3). Audiencia
territorial y capitanía general de Barcelona (47). Situada en la cima de un
monte, desde el cual se descubre, en días claros y serenos, todo el campo de
Tarragona y el mar hacia el Sur y por la parte del Oeste hasta los montes de Aragón.
Su clima es muy frío y tan nebuloso que reinan las nieblas la mayor parte del
invierno y alguna el verano; sin embargo, goza de libre ventilación y
salubridad y no se conocen enfermedades endémicas. Tiene 40 casas bajas,
antiguas y de pocas comodidades, una iglesia parroquial: San Salvador, servida
por un cura con título de vicario y un cementerio contiguo a ella; el término
confina al Norte con la Febró; al Este con l’Albiol y Montreal, todos del
partido de Montblanch (Montblanc); al Sur con Vilaplana; y Oeste con el mismo Febró y l’Arbolí del partido de
Falset. En él se comprenden 48 ó 20 casas de campo diseminadas , de las cuales
son las más notables las nombradas Mas d’en Grau y d’en Abelló ; la escasez de
aguas , pone en conflicto a la población en años poco lluviosos, pues que cesa
a la vez el curso de una próxima fuentecita que surte al vecindario. El terreno
es generalmente montuoso y calizo; aunque con alguna parte llana; casi todos
sus montes forman parte de los de Prades, y en ellos se ven extensos pinares,
que ocupan dos terceras partes del término y ganados de varias especies
aprovechando sus pastos. Los caminos conducen a los pueblos limítrofes , y se
hallan en mal estado. El correo se recibe de Aleisar (l’Aleixar) sin día fijo
por los vecinos que van o vienen de Reus. Produce trigo, patatas, maderas de
construcción y leñas para combustible; cría ganado lanar, cabrío y vacuno, caza
de conejos, perdices, y alguna liebre. Comercio: exportación de frutos
sobrantes y de ganados a los mercados de Reus, e importación de vino , aguardiente
y efectos coloniales. Población 40 vecinos (casas) , 214 almas (habitantes).
Capital producido 922,499 reales. Imponible 27,665 reales.>>
Como el lector puede observar en el texto anterior, el
autor, Pascual Madoz, describe de una manera muy grafica como era la existencia
a mediados del S. XIX en la Mussara. Este pequeño municipio de las montañas era
un lugar lleno de vida. Un territorio en el que, ya desde sus orígenes, sus moradores
tuvieron que aprender a lidiar con las adversas condiciones de vida que el
entorno les ofrecía, tales como el clima <<Su clima es muy frío y tan
nebuloso que reinan las nieblas la mayor parte del invierno y alguna el verano;
sin embargo, goza de libre ventilación y salubridad…>> o la escasez de agua << ...la escasez de
aguas , pone en conflicto a la población en años poco lluviosos, pues que cesa
a la vez el curso de una próxima fuentecita que surte al vecindario. >> No
en vano, la escasez de agua fue, sin duda, uno de los mayores problemas que
arrastró el pueblo a lo largo de toda su historia.
Continuará...
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