jueves, 27 de diciembre de 2018

La ‘huida’ de la Virgen del Patrocinio de la Mussara.






La Virgen del Patrocinio hoy en día se conserva en el Museo de Arte e Historia de Reus. Pero en el pasado estuvo custodiando la antigua iglesia de la Mussara. Una imagen de la Virgen que, seguro, guarda muchas historias a sus espaldas. Pero hoy os quiero hablar de la que, seguramente, fue la última 'hazaña' que protagonizó en la Mussara.

En julio del año 1.936 estalló en España la tristemente conocida como Guerra Civil. Durante las primeras semanas de guerra, la vida de los pocos habitantes que todavía quedaban en la Mussara no se vio muy alterada en su rutina. Para ellos, eso de ‘la guerra’, era algo del mundo de ‘allí abajo’, es decir, era un problema de las ciudades y de los pueblos que estaban en las faldas de la montaña. Hasta allí arriba, por suerte, el conflicto no había llegado, exceptuando alguna discusión política entre vecinos que no llegaba a más. 

Pero esto un día cambió. La tranquilidad de aquel pequeño pueblo, que vivía aislado en las montañas, se vio perturbada por la llegada de un comité de milicianos procedentes de la ciudad de Reus.   Aquel grupo de milicianos iban recorriendo las aldeas de la montaña para informarse sobre si en aquellos pequeños pueblos había alguna persona considerada sospechosa  de colaborar con las fuerzas rebeldes. Pero entre los pocos habitantes que todavía quedaban  en la Mussara no hubo ninguna denuncia, ni tampoco ninguna venganza  personal como, tristemente, sí pasó en muchos otros pueblos. Aprovechando la visita que habían hecho hasta la Mussara, los milicianos, decidieron hacer como en las ciudades y prender fuego  a la iglesia. Una iglesia que para ellos representaba el poder clerical, ese poder que había estado oprimiendo a la clase obrera. Así que  entraron en  el interior y procedieron a prenderle fuego al pequeño y humilde templo del pueblo. ¿Y cómo se salvó la imagen de la Virgen del Patrocinio de aquel incendio? Pues bien, aquí está la última gran historia de esta escultura.



Días antes de que el comité de milicianos subiera hasta la Mussara, un habitante del pueblo: el Sr. Salvador Caballé, en alguno de sus descensos a las ciudades del ‘Camp de Tarragona’, se había percatado de lo que estaba  sucediendo con las iglesias y los conventos de la ciudad. Al regresar a la Mussara, y debido a que en aquella época el pueblo no disponía de un párroco fijo que viviera allí (ya que para el culto y las ceremonias se trasladaba un cura desde otro pueblo de la montaña), decidió poner a salvo  la imagen de la Virgen. Esperó hasta que cayó la noche, y aprovechando el anonimato y el sigilo que la oscuridad le brindaba,  trasladó a la Virgen hasta la masía d’en Peiro, situada a unos cuantos kilómetros del núcleo de la Mussara. Allí, con la complicidad de su dueño, el reusense Pere Rius (colaborador del médico y arqueólogo Sr. Salvador Vilaseca), procedió a enterrarla bajo tierra para que permaneciera a salvo. Semanas después, cuando las cosas se calmaron un poco, aprovecharon para bajar la imagen hasta el pueblo de Vilaplana, y allí la volvieron a esconder en el patio de la llamada casa de ‘Cal Cama’.


En abril de 1.939 al finalizar la Guerra Civil al Sr. Rius, muy comprometido con la derrotada República, no le quedó más remedio que tener que exiliarse fuera del país. Pero su mujer, que conocía toda la historia, decidió ponerse en contacto con el Museo de Tarragona y les comunicó que estaba dispuesta a hacerles llegar la  imagen de la Virgen a cambio de que las nuevas autoridades de la zona (muy comprometidas con la iglesia y la religión) le facilitaran un documento donde quedara acreditado  que su marido, el Sr. Rius, había ayudado de una forma muy activa a salvar la imagen de la Virgen del Patrocinio de la Mussara. Con este documento, la Sra. Rius,pretendía que pudiera ser más fácil el regreso de su marido del forzado exilio.

Y así es como la Virgen del Patrocinio, la antigua virgen que custodiaba la iglesia de la Mussara, consiguió salvarse del incendio de su antiguo templo y llegar intacta hasta nuestros días. Por cierto, recientemente he averiguado otra versión de dicha historia pero eso... ya es otra historia.

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